Asamblea de apoyo a Bolivia

El referéndum y la insumisión como práctica política

Fecha: 9 Feb 2009

La fuerza histórica del pueblo boliviano no ha dejado de ponerse a prueba.
Saqueado sin tregua desde la primera irrupción de la occidentalidad en el Continente, fue largamente esclavizado, obligado a vivir en socavones para alimentar las ansias de poder y riqueza del imperio capitalista que se desplegaba por el planeta. Estaño, gas y otros elementos de la Pachamama justificaron el trabajo forzado, las masacres y las dictaduras, todo como un tributo al desarrollo y el progreso.

Con una de las reservas de litio más grandes del planeta, que vuelve a colocar su territorio en el centro de los objetos de disputa de los grandes propietarios del mundo, Bolivia representa hoy la primera avanzada de la descolonización.

Emergiendo de dictaduras y socavones, arrastrado por una memoria que evoca otros tiempos sin capitalismo, el pueblo boliviano se levantó una vez más buscándose a sí mismo en los albores del año 2000.

Los guerreros del agua nos recordaron en ese momento emblemático la dignidad y la fuerza, paciente, pero inaplastable, de un pueblo que tiene historia y que lleva ya 500 años caminando en la lucha. El reclamo era sencillo y a la vez profundamente osado en un mundo gobernado por los señores del dinero: el agua no puede ser privatizada, es un elemento vital que la Pachamama ofrece a sus hijos en libertad.

La batalla de Cochabamba, hoy ya patrimonio de una humanidad en lucha, fue el detonador de un levantamiento popular profundo que no ha parado hasta hoy, y que lo mismo reclama la recuperación de sus riquezas naturales como su libertad para decidir sus formas de vida y de organización política.

El pueblo boliviano, sometido pero nunca vencido como diría Silvia Ribera, distante del american way of life que nunca pudo compartir y que no parece formar parte de sus horizontes, mantiene y a la vez inventa sus propios modos de entender la vida en colectivo, a partir de una socialidad construida en el abigarramiento de diversas visiones del mundo y nacionalidades, a pesar de los 5 siglos de dominación tenaz.

La batalla por el agua, que comprendió también la reivindicación de las prácticas distributivas comunitarias, se convirtió en batalla por una Bolivia a la altura del pueblo boliviano, autogobernada y autodeterminada. Del agua se pasó al derecho a mantener y decidir sobre las costumbres y tradiciones a propósito de la coca, al uso del gas en beneficio del pueblo, a la expulsión de gobernantes incapaces y corruptos, a la elección de un Presidente emanado de las luchas del pueblo y a un proceso de refundación que tuvo en los trabajos de la Asamblea Constituyente uno de sus momentos culminantes, no sin contradicciones y obstáculos.

Como resultado de este proceso Bolivia es hoy un cruce de caminos en el que se combina el interés hegemónico por la utilización de sus riquezas naturales, a las que ahora se suman los yacimientos de litio más importantes del mundo, y la necesidad contrainsurgente de interrumpir, boicotear o desviar los procesos de democratización internos, que impiden el saqueo.

La geopolítica del Continente y las posibilidades de abrir márgenes al control implacable de los poderosos del mundo liderados por Estados Unidos, se define no solamente en la defensa de los recursos y territorios sino, principalmente, en la construcción de sociedades sobre bases distintas a las capitalistas.

La idea de organizar los procesos sociales no por la búsqueda del “desarrollo” sino del “buen vivir” rompe la esencia individualizadora y privatizadora del capitalismo porque el bien de uno sólo se garantiza con el bien de todos. La redefinición de las necesidades, y de la idea misma de necesidad, junto con la recuperación/invención de una economía política comunitaria y solidaria, parecen apuntar de manera muy sólida hacia la transformación profunda de Bolivia y Latinoamérica hacia futuros no capitalistas.

La capacidad de emancipación de los pueblos inicia con la construcción de visiones de realidad no alienadas. La propuesta del buen vivir en ese sentido es una puerta dimensional hacia el poscapitalismo que, si bien necesita ser dotada de contenido concreto, constituye una amenaza mayor al sistema global de poder. Es por eso que el triunfo del referéndum es un triunfo de la humanidad en la búsqueda por romper todo tipo de colonialidades y sumisiones.

No hay nada más peligroso para el poder que un pueblo insumiso e indómito. Y Bolivia, hoy más que nunca, está en toda la América que resiste lucha y construye el otro mundo que se vislumbra en sus utopías libertarias.

Ana Esther Ceceña
Cientista de la Universidad Nacional Autónoma de México
Tomado de La Epoca.
09-02-09